lunes, 15 de diciembre de 2008

Maneras de hacer mundos. Nelson Goodman

"Hay pocas etiquetas filosoficas que le puedan valer cumplidamente a un libro que se opone tanto al empirismo como al racionalismo, al materialismo y al idealismo, como al dualismo al esencialismo como al existencialismo, al mecanicismo y al vitalismo, al misticismo y cientificismo, por no mecionar otras ardientes teorias. El resultado podría tal vez describirse como un relativismo radical bajo rigurosas restricciones y que termina siendo algo parecido al irrealismo".

Empirismo: proviene del término griego empinar (textualmente, experiencia), la translación latina es experientia, de la que se deriva la palabra experiencia. También se deriva del termino griego y romano de empírico, refiriéndose a médicos que consiguen sus habilidades de la experiencia práctica, oponiéndose a la instrucción en la teoría.[1]

En filosofía , el empirismo es una teoría del conocimiento, la cual enfatiza el papel de la experiencia, especialmente la percepción sensorial, en la formación de ideas. Con empirismo señalamos al conocimiento que se basa en la experiencia para validarse como tal, que significa que la experiencia es la base de todos los conocimientos. Parte del mundo sensible para formar los conceptos: lo que uno ha experimentado, lo ha experimentado (Whitehead).

En la filosofía de la ciencia, el empirismo es una teoría del conocimiento, que enfatiza los aspectos del conocimiento científico que están cercanamente relacionados con la experiencia, o en el caso científico mediante la experimentación. Es requerimiento fundamental del método científico, que todas las hipótesis y teorías deben ser probadas mediante la observación del mundo natural, restándole importancia al raciocinio a priori, la intuición o la revelación.


Racionlismo:es una corriente filosófica que apareció en Francia en el siglo XVII, formulada por René Descartes, que se opone al empirismo y que es el sistema de pensamiento que acentúa el papel de la razón en la adquisición del conocimiento, en contraste con el empirismo, que resalta el papel de la experiencia, sobre todo el sentido de la percepción.

El racionalismo ha aparecido de distintas formas desde las primeras etapas de la filosofía occidental, pero se identifica ante todo con la tradición que proviene del filósofo y científico francés del siglo XVII René Descartes, quien creía que la geometría representaba el ideal de todas las ciencias y también de la filosofía. Mantenía que sólo por medio de la razón se podían descubrir ciertas verdades universales, evidentes en sí, de las que es posible deducir el resto de contenidos de la filosofía y de las ciencias. Manifestaba que estas verdades evidentes en sí eran innatas, no derivadas de la experiencia. Este tipo de racionalismo fue desarrollado por otros filósofos europeos, como el holandés Baruch Spinoza y el pensador y matemático alemán Gottfried Wilhelm Leibniz. Se opusieron a ella los empiristas británicos, como John Locke y David Hume, que creían que todas las ideas procedían de los sentidos.

El racionalismo epistemológico ha sido aplicado a otros campos de la investigación filosófica. El racionalismo en ética es la afirmación de que ciertas ideas morales primarias son innatas en la especie humana y que tales principios morales son evidentes en sí a la facultad racional. El racionalismo en la filosofía de la religión afirma que los principios fundamentales de la religión son innatos o evidentes en sí y que la revelación no es necesaria, como en el deísmo. Desde finales del año 1800, el racionalismo ha jugado sobre todo un papel antirreligioso en la teología.



Materialismo:
es una corriente filosófica que surge en oposición al idealismo y que resuelve la cuestión fundamental de la filosofía dándole preeminencia al mundo material; resumidamente, lo material precede al pensamiento.

Según esta concepción el mundo y por extensión el universo es material, existente objetivamente fuera e independientemente de la conciencia. La materia es primaria y la conciencia y el pensamiento son propiedades de ésta a partir de un estado altamente organizada. El pensamiento en tal sentido es un nivel superior del conocimiento humano, proceso de reflejo de la realidad objetiva. Sostiene además que la materia no ha sido creada de la nada, que existe en la eternidad y que el mundo y sus regularidades son cognoscibles.



Idealismo:
designa las teorías que —en oposición al Materialismo— sostienen que la realidad extramental no es cognoscible tal como es en sí misma, y que el objeto del conocimiento está pre formado o construido por la actividad cognoscitiva.

Dualismo:
doctrina que afirma la existencia de dos principios supremos, increados, contornos, independientes, irreductibles y antagónicos, uno del bien y otro del mal, por cuya acción se explica el origen y evolución del mundo; y también, en un sentido más amplio, a las doctrinas que afirman dos órdenes de ser esencialmente distintos, con más o menos radicalismo: por ejemplo, ser ideal y ser real, Dios y mundo, naturaleza y gracia (en el plano cognoscitivo razón y fe), materia y espíritu, orden físico (de la necesidad) y orden moral (de la libertad y el deber) (en el plano cognoscitivo constatación y valoración ética), conocer y querer (plano de la actividad consciente), bien y mal (plano de la actividad moral), etc. En el primer caso se trata del dualismo en el sentido más estricto y usual del término, y se puede llamar dualismo teológico, cosmogónico (relativo al origen del cosmos) o religioso; en el segundo caso se puede hablar de un dualismo metafísico, que se opone de modo irreductible al correspondiente monismo, y ambos se oponen al panteísmo. En la filosofía oriental se utilizan los términos yin y yang para indicar la dualidad de todo lo existente en el universo yendo más allá de dos principios supremos e irreductibles y pudiendo ser aplicados a cualquier objeto o situación.

Esencialismo:
es un término bastante vago que engloba las doctrinas que se ocupan del estudio de la esencia — lo que hace que un ser sea lo que es — por oposición a las contingencias — lo que es accidental, cuya ausencia no cuestiona la naturaleza de este ser.

Existencialismo:
es un movimiento filosófico cuyo postulado fundamental es que son los seres humanos, en forma individual, los que crean el significado y la esencia de sus vidas.

La corriente, de manera general, destaca el hecho de la libertad y la temporalidad del hombre, de su existencia en el mundo más que de su supuesta esencia profunda. Emergió como movimiento en el siglo XX, en el marco de la literatura y la filosofía, heredando algunos de los argumentos de filósofos anteriores como Schopenhauer, Kierkegaard, Nietzsche y Unamuno.

El existencialismo generalmente defiende la no existencia de un poder trascendental que lo determine; esto implica que el individuo es libre y, por ende, totalmente responsable de sus actos. Esto incita en el ser humano la creación de una ética de la responsabilidad individual, apartada de cualquier sistema de creencias externo a él. Según el filósofo e historiador de la filosofía Nicola Abbagnano, «Se entiende por existencialismo toda filosofía que se conciba y ejercite como análisis de la existencia siempre que por "existencia" se entienda el modo de ser del hombre en el mundo. La relación hombre-mundo es, pues, el único tema de toda filosofía existencialista (...) Los antecedentes históricos más cercanos del existencialismo son la fenomenología de Husserl y la filosofía de Kierkegaard.» Abbagnano considera pensadores fundamentales de esta corriente a Heidegger, Jaspers y Sartre.[1

Mecanicismo:
es una doctrina filosófica nacida en el siglo XVII, que afirma que la única forma de causalidad es la influencia física entre las entidades que conforman el mundo material, cuyos límites coincidirían con el mundo real; en metafísica, esto supone la negación de la existencia de entidades espirituales (por lo tanto, la creencia en el materialismo), para explicar la realidad en términos de materia, movimiento local, leyes naturales estrictas y determinismo. En epistemología, implica, entre muchas otras cosas, resolver el problema de la relación entre la materia y la conciencia en una relación de determinación unilateral de la segunda por la primera. Con todo, es necesario aclarar que el mecanicismo no sólo es un enfoque filosófico general —vale decir, compatible con diversas filosofías de dominio más restringido— sino que, y esto es muy importante, hay profundas diferencias entre el mecanicismo clásico (s. XVII) y las filosofías contemporáneas que encuentran en los mecanismos un elemento central de la investigación científica. A estas últimas, bien puede llamárselas neomecanicismo, mecanicismo contemporáneo o nueva filosofía mecanicista.

Vitalismo:
es la posición filosófica caracterizada por postular la existencia de una fuerza o impulso vital sin la que la vida no podría ser explicada. Se trataría de una fuerza específica, distinta de la energía estudiada por la física y otras ciencias naturales, que actuando sobre la materia organizada daría por resultado la vida. Esta postura se opone a las explicaciones mecanicistas que presentan la vida como fruto de la organización de los sistemas materiales que le sirven de base.

Es un aspecto del voluntarismo que argumenta que los organismos vivos (no la materia simple) se distinguen de las entidades inertes porque poseen fuerza vital (o élan vital, en francés) que no es ni física, ni química. Esta fuerza es identificada frecuentemente con el alma de la que hablan muchas religiones.

Los vitalistas establecen una frontera clara e infranqueable entre el mundo vivo y el inerte. La muerte, a diferencia de la interpretación mecanicista característica de la ciencia moderna, no sería efecto del deterioro de la organización del sistema, sino resultado de la pérdida del impulso vital o de su separación del cuerpo material.



Misticismo:
designaría un tipo de experiencia muy difícil de alcanzar en que se llega al grado máximo de unión del alma humana a lo Sagrado durante la existencia terrenal. Se da en las religiones monoteístas (cristianismo, islamismo, judaísmo), así como en algunas politeístas (hinduismo); algo parecido también se muestra en religiones que más bien son filosofías, como el budismo, donde se identifica con un grado máximo de perfección y conocimiento.

Según la teología, la mística se diferencia de la ascética en que ésta ejercita el espíritu humano para la perfección, a manera de una propedéutica para la mística, mediante dos vías o métodos, la purgativa y la iluminativa, mientras que la mística, a la cual sólo pueden acceder unos pocos, añade a un alma perfeccionada por la gracia o por el ejercicio ascético la experiencia de la unión directa y momentánea con Dios, que sólo se consigue por la vía unitiva, mediante un tipo de experiencias denominadas visiones o éxtasis místicos, de un placer y conocimiento inefables e indescriptibles.

El misticismo está generalmente relacionado con la santidad, y en el caso del Cristianismo va acompañado de manifestaciones físicas sobrenaturales denominadas milagros, como por ejemplo los estigmas y los discutidos fenómenos parapsicológicos de bilocación y percepción extrasensorial, entre otros. Por extensión, mística designa además el conjunto de las obras literarias escritas sobre este tipo de experiencias espirituales, en cualquiera de las religiones que poseen escritura.

El misticismo, común a las tres grandes religiones monoteístas, pero no restringido a ellas (hubo también una mística pagana, por ejemplo), pretende salvar ese abismo que separa al hombre de la divinidad para reunificarlos y acabar con la alienación que produce una realidad considerada injusta, para traer en términos cristianos el Reino de los Cielos a la Tierra. Los mecanismos son variados: bien mediante una lucha meditativa y activa contra el Ego (Budismo) o nafs como en el caso del sufismo musulmán, bien mediante la oración y el ascetismo en el caso cristiano, o bien a través del uso de la Cábala en las corrientes más extendidas del judaísmo.



Cientificismo:
es un término que se forjó en Francia en la segunda mitad del siglo XIX (scientisme), para indicar a la corriente de pensamiento que acepta sólo las ciencias comprobables empíricamente, como fuente de explicación de todo lo existente. De esta forma, el término se ha aplicado para describir la visión de que las ciencias formales y naturales presentan primacía sobre otros campos de la investigación tales como ciencias sociales o humanidades.

Además de su significado original, la palabra es usada también frecuente como un término peyorativo, utilizado en contra de las explicaciones racionales dadas por ciencias empíricas; para así tratar de desacreditarlas frente a otros argumentos no científicos, que presentan explicaciones filosóficas, religiosas, míticas, espirituales, humanísticas o pseudocientíficas.[1] [2] [3]

Una descripción más contemporánea del término, es la descrita por Michael Shermer de la "The Skeptics Society" (sociedad escéptica), quien se identifica a sí mismo como cientifista, y define cientifismo como: "una visión del mundo científica que abarca las explicaciones naturales para todos los fenómenos, y evita las especulaciones supernaturales y paranormales; la cual abraza el empirismo y la razón, como los pilares gemelos de una filosofía de la vida apropiada para una edad de la ciencia"

Relativismo:

Hay dos teorías filosóficas opuestas ante la verdad y que han sido defendidas de forma reiterada a lo largo de la Historia de la Filosofía: el objetivismo y el relativismo. El objetivismo mantiene la idea de que la verdad es independiente de las personas o grupos que la piensan o formulan (ver “objetivismo”). Por el contrario, el relativismo considera que la verdad depende o está en relación con el sujeto, persona o grupo que la experimenta. Es preciso tener cuidado con la definición del relativismo, así, por ejemplo, no es relativismo aceptar que existen muchas opiniones acerca de las mismas cosas, esto es obvio y nadie lo ha negado. El relativismo aparece cuando a continuación decimos que dichas opiniones son verdaderas si a las personas que las defienden les parecen verdaderas. El relativismo mantiene que existen muchas verdades acerca de las cosas, al menos tantas como personas creen tener un conocimiento de ellas.

Hay varias razones que permiten comprender porqué muchos filósofos consideran adecuado el relativismo. Se pueden destacar las siguientes:

la influencia de elementos físicos, psicológicos, o culturales en las creencias de las personas; la observación de las muchas ideas o concepciones que tienen los distintos grupos o culturas; la observación del cambio de ideas a través del tiempo.

En cuestiones humanas y sociales se reconocen tres formas básicas de relativismo:

a) Relativismo cognitivo

b) Relativismo moral

c) Relativismo cultural

Es conveniente tratarlos juntos ya que se hallan estrechamente vinculados. Incluso quienes adhieren a uno de ellos, generalmente adhieren a los restantes, mientras que quienes los rechazan, lo hacen en forma conjunta. O. Spengler escribió: “Toda cultura tiene su propio criterio, en el cual comienza y termina su validez. No existe moral universal de ninguna naturaleza”.

En el primer caso, admitiendo su veracidad, se niega la verdad absoluta, por lo que no existiría interés por buscarla. En el segundo caso se niega la existencia del Bien objetivo, por lo que habría que borrar a la Ética como actividad intelectual que busca un camino para alcanzarlo. En el tercer caso, no existiría una cultura mejor que otra, por lo que tampoco deberíamos esmerarnos por buscarla. Algunos autores estiman que, en el nivel epistemológico, el relativismo surge de una actitud escéptica, mientras que en el nivel moral surge de una actitud cínica.



Irrealismo: Este termino no existe como corriente filosofica, es una invención del autor.

¿Cuando hay arte?,Goodman se plantea si esta pregunta es la adecuada, ya que el intento de contestarla siempre resulta confuso o frustrante.
Comienza aclarando el papel del símbolo en el arte y afirma que los símbolos son extrínsecos a
las obras de arte,ya sea que la realcen o que nos distraigan de ella.
Extrínseco:adj. Externo, no esencial.
Existe una clasificación hecha acersímbolos o noca del arte: -el simbólico
-el no simbólico
Cuando pensamos en el simbólico vemos obras como El jardín de las delicias del Bosco,los relojes blandos de Dalí o las pinturas religiosas,y cuando pensamos en el no simbólico vemos no solo las pinturas que no contienen representación alguna, sino que incluimos los retratos, los paisajes, las naturalezas muertas y también incluimos el arte abstracto puro, las pinturas decorativas o formales, de la arquitectura o de las composiciones musicales.
De este modo se excluyen todas las obras que representan algo.
Según muchos artistas y críticos contemporáneos lo importante, no es si la obra contiene símbolos o no, sino conseguir aislar la obra de arte como tal, de aquello que esa obra simboliza.(una idea parecida o igual que la que ofrecia Ortega y Gasset en su ensayo LA DESHUMANIZACIÓN DEL ARTE.
Goodman nos cita un texto que refleja estas ideas:
"Lo que una imagen simboliza le es externo a ella le es extrínseco al cuadro como obra de arte. Nada tiene que ver con su carácter o significado estético o artístico, su temática...Aquello que representa o refiere una imagen, yace fuera de la imagen misma. Lo que realmente importa no es esa relación a otra cosa, ni lo que la imágen simboliza, sino lo que es en sí misma, lo que son sus propias culidades intrínsecas.
Lo que es más, cuanto mas centra su atención una imagen en aquello que simboliza, mas se distrae la nuestra de sus propias cualidades...Toda simbolización no sólo nos es irrelevante, sino que también nos distrae.En realidad el arte puroevita toda simbolización, a nada refiere, y ha de tomarse por aquello que es, por su caracter inherente, y no por nada a lo que se le asocie por una relación tan remota como pudiera ser la simbolización."
Es decir, que nos limitemos a lo intrínseco y no a lo extrínseco, el arte puro prescinde de toda referencia externa, pero esto crea un dilema, si aceptamos la teoría purista tenemos que afirmar que el contenido de obras como "El jardín de las delicias" carecen de importancia y que debieramos de prescindir de él; y si no aceptamos esta propuesta parece que la obra de arte no es sólo lo que es, sino también lo que no es.
Según Goodman, lo mejor es considerar la postura purista como acertada y equivocada a la misma vez, y nos explica esta postura de la siguiente forma:
El símbolo representa algo exterior, pero hay obras simbólicas con imágenes de cosas que no existen en el exterior del cuadro, como puede ser un unicornio, es decir no remiten a nada extrínseco de la obra, pero si representan algo, como en este caso, un unicornio, Es decir no remiten a nade extrínseco de la obra, pero si representan algo, como en este caso, un unicornio, por lo que un purista consideraría que no es pura, y ahora bien, si analizamos un cuadro abstracto, que no representa nada, vemos que algo si que expresa algún sentimiento o una idea, por lo tanto la simboliza y el purista también lo rechazará.
No podemos hallar nada que esté libre de cualidades, externas, solo por que dejemos de lado el factor de la representación o de la expresión.
También está el problema de distinción entre el color y la forma, por que esas cualidades también se pueden relacionar con el exterior, ya que habrá objetos que también posean ese mismo color o esa misma forma, y entonces nos tenemos que preguntar: ¿Qué implicamos entonces a la hora de diferenciar las propiedades que son importantes en una obra no representacional y no expresiva?
Goodman nos habla de la muestra, “imaginemos de nuevo una simple muestra de textil procedente del muestrario de un sastre o de un tapicero. Difícilmente podrá considerársela una obra de arte y difícilmente podrá decirse que representa o expresa algo. Es solo una muestra, una simple muestra. ¿Pero que muestra? Textura, color, trama, espesor, el tipo de fibras contenidas… nos vemos tentados de decir que todo el sentido de esta muestra está en que, al ser cortada de la pieza, tiene las mismas propiedades el resto de la tela; pero tal vez eso sería apresurarse demasiado”.
A través de dos cuentos nos demuestra como una muestra es solo una muestra de algunas cualidades, pero no de todas las que posee la pieza entera, por ejemplo, la muestra del sastre cualidades iguales que la pieza entera, como el color y la textura, pero no de la forma y el tamaño; Esta idea la podemos relacionar con la obra de arte: una pintura purista contiene unas cualidades expuestas en primer plano, es decir estas cualidades son una muestra de la propia obra, tienen carácter simbolizado de lo que es la obra aunque no simbolice cosas personas o sentimientos, está simbolizando el color la textura o la forma, por la tanto la idea de que la presentación y la expresión son la únicas funciones simbólicas que puede realizar la pintura es errónea. No puede haber un arte sin símbolos “lo que puede ser más importante es que el reconocimiento de esa función simbólica se da hasta en las obras más puristas nos suministra la clave para resolver el perenne problema de cuando tenemos y cuando no una obra de arte”.
Otra pregunta que nos plantea el autor, es ¿Qué es buen arte? Y esta pregunta más difícil cuando se trata por ejemplo, de “arte encontrado” como al exponer una piedra de la carretera en un museo, o en el caso del arte ambiental o conceptual, como el cavar un hoyo en central park y luego taparlo, ya que surge la pregunta de si todas la piedras de la carretera o todas las acciones de cavar un hoyo también son arte, porque así lo dice un artista o porque llega a exponerse en un museo por lo cual hay que plantearse la idea de que una cosa puede funcionar como obra de arte en algunos momentos y no en otros, en concreto un objeto se convierte en obra de arte solo cuando funciona como un símbolo de una manera determinada, al igual que una muestra puede ser simbólica en determinadas circunstancias; volvemos al ejemplo de la piedra, en una carretera no ejerce la función de símbolo pero en un museo ejemplifica alguna de sus cualidades, como la forma o la textura, pero es obvio que el funcionar como un símbolo tampoco tiene por que funcionar automáticamente como una obra de arte, para esto el funcionamiento simbólico de las cosas tiene que tener determinadas características estéticas. Pero aún estas características no son la clave para determinar cuando hay arte, porque a veces pueden estar presentes en una obra de arte y a veces no, y decir que el arte depende de la función simbólica también es arriesgado, porque por ejemplo un cuadro de Rembrandt puede ser usado de manta, es decir su función en determinado momento puede ser el simbolizar a una manta, pero aún así no deja de ser una obra de arte y de igual manera una silla sigue siendo una silla aunque nadie se siente en ella o se use simbólicamente de otra forma que no sea la original de una silla.
“He urgido que un rasgo destacado de la simbolización es que puede presentársenos pero que también puede desaparecer. Un objeto puede simbolizar cosas diferentes en momentos distintos y puede también no simbolizar nada en otras circunstancias. Puede que un objeto inerte o utilitario llegue a funcionar como obra de arte y, viceversa una obra de arte puede llegar a funcionar como un objeto inerte y meramente utilitario y quizás, en vez de decir que el arte permanece y que la vida es breve, habría que señalar que ambos pasan”.



1 comentarios:

Miguel Cereceda dijo...

Así que empirismo procede de "empinar", eso sí que es una buena doctrina filosófica:"in vino veritas".